Tulum, Q. Roo, 10 de octubre del 2025.- En el Municipio de Tulum, la noche brilla más por los balazos que por la Luna, pero al alcalde Diego "Tacañón" Castañón Trejo parece no importarle. Mientras la ciudadanía se queja de la inseguridad, los apagones, la basura el caos urbano, posesionamiento de playas, droga y todo lo que conlleva por falta de un gobierno entregado y capas, pues el munícipe prefiere mirar al cielo y publicar en sus redes sociales lo “hermosa que se ve la luna y sus desplantes de gallito enamorado con las presidentas”.
Sí, la luna. Esa misma que todos vemos desde cualquier rincón del planeta. Sólo que, en la mente del edil, parece ser una luna especial, tal vez que no alcanza a iluminar los baches, las calles en penumbra, o las colonias donde la delincuencia hace rondines sin permiso.
Lo de Castañón, ya no es desconexión con la realidad, sino una especie de negación poética del desastre. Mientras la gente sufre por la falta de agua, la basura que se acumula, la violencia que crece y el turismo que empieza a dar la espalda, él sube fotos de paisajes celestes, como si gobernar fuera un concurso de Instagram.
Porque sí, el alcalde se ve más cómodo detrás de un filtro, que frente a los problemas de su Municipio. Hoy en día Tulum se desangra y su autoridad presume selfies. Es la política de la distracción: mirar al cielo para no ver el suelo.
Lo más insultante no es la publicación en sí, sino el silencio que la acompaña; en tanto, los ciudadanos le reclaman en los comentarios, con justa razón y con rabia, por la inseguridad, la carencia de los servicios públicos y el abandono de un Municipio que se está convierto en un pueblo fantasma por carecer de turismo, pero "tacañon", digo Castañón, no responde. Ni una palabra; una disculpa; una acción; como si gobernar fuera un acto de contemplación y no de responsabilidad.
Diego Castañón parece olvidar que la gente no necesita poesía barata ni postales celestes; necesita un gobierno presente, eficiente, que escuche, que actúe. Pero su administración flota en una nube de improvisación, promesas incumplidas y soberbia juvenil.
Tulum no necesita un influencer lunar; necesita un alcalde con los pies en la tierra. Alguien que vea la oscuridad de las calles y no solo la luz del satélite. Alguien que entienda que gobernar no es posar, sino responder.
Porque mientras él mira la luna, el pueblo mira su incompetencia. Y ahí, mi lunático presidente municipal, no hay filtro que embellezca la realidad. (Por Luis Mis)
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