El fiscal General del Estado de Quintana Roo, Oscar Montes de Oca Rosales, está ocasionando “revuelta” en las diferentes agencias ministeriales de la Zona Norte, debido a que bajo amenazas están haciéndoles firmar su renuncia a los trabajadores de más de 20 años de antigüedad, con la intención de meter él, a su gente que viene de su origen y se presume que podría llegar a los 200. Con estos hechos que salió a relucir, la Fiscalía General del Estado vuelve a ser parte de las anomalías de un fiscal y con un probable paro laboral; en este caso Oscar Montes de Oca, quien de la nada surgió en Quintana Roo como titular de esta instancia, y recomendado por el gobernador Carlos Joaquín González quien tuvo la terna en la mano, el cual fue aprobado por los diputados de la LV Legislatura del Congreso. Este viernes, personal despedido señaló que a través de los directores que nombró el fiscal y que vienen con él: administrativo y jurídico, acuden a las diferentes áreas para entrevistarse con los empleados que llevan años dentro de la Fiscalía, y le presentan su renuncia bajo el argumento de que no “cumplen con el perfil adecuado” para desarrollar su trabajo. Hay algunos trabajadores que se negaron a firmar; sin embargo, por el mismo director es intimidado que se le abrirá un expediente en su contra por el delito de usurpación de funciones. Las áreas donde al menos ya despidieron a varios (10), fue la Dirección de Servicios Periciales; otro número similar en la Fiscalía de Atención para los Delitos de la Mujer; y están con la Policía Ministerial. La intención de Oscar Montes de Oca Rosales, es acomodar al menos unas 200 personas provenientes de la Ciudad y el Estado de México, para apoderarse por completo de la Fiscalía General de Quintana Roo, bajo la complicidad del gobernador Carlos Joaquín González, quien fue el que lo escogió de los más de 10 participantes para fiscal. El fiscal tiene dos meses que recibió el nombramiento de su cargo y a la fecha no ha hecho nada de investigación para combatir los delitos de las diferentes modalidades que hoy mantienen a Cancún “bajo la lupa” como una de las ciudades más violentas del país.